domingo, 17 de enero de 2010

Domingo, Enero 17, 2010 Segundo Domingo del tiempo ordinario

"Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación brille como antorcha." (Isaías 62: 1) Así comienza la primera lectura de la misa del día de hoy y podemos conectarlo a lo que San Pablo explica más adelante, en la Segunda Lectura, donde refiere a los corintios que "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común," (I Corintios 12: 7) es decir, todos podemos ayudar para dar a conocer a todos la buena nueva de Dios: el amor nos hará libres, no sean egoístas.

Todos tenemos la capacidad de mostrar a otros el sendero que nos llevará al no egoísmo, de enseñar a los demás a Dios y ante todo vivirlo, como lo dice el papa Benedicto XVI. El Evangelio de hoy nos enseña el pasaje del primer milagro de Jesús, cuando convierte el agua de las tinajas de piedra en vino. Estos tres pasajes se entrelazan perfectamente, nos dicen que tenemos la capacidad o el don de dar a conocer, de esparcir el milagro que Jesús muestra en las bodas de Caná. Pero vayamos por partes, ¿cuál fue el milagro?

Para entender este milagro, entendamos los elementos más importantes que escuchamos en él: la boda, la petición de María y por lo tanto el vínculo inminente entre la madre y el hijo y el símbolo del vino. La boda es una unión conyugal entre dos personas que se aman (recordemos, amar es comprender, entender, ver a través de los ojos de otro, estar en sus zapatos). La petición de María muestra que por un lado María podrá hablar por nosotros frente a Jesús y sobre todo descubrió la misión divina de Jesús, la misión de mostrarnos el camino hacia el amor.

Ahora vayamos al elemento del vino como vínculo. ¿Qué quiere decir el vino en la simbología antigua? De acuerdo con el profesor Juan Pedro Monferrer el vino "simboliza la alegría a través del amor" (Juan Pedro Monferrar, 2005: 363). A su vez, en el Nuevo Testamento, "el símbolo es el elemento sobre el que se articula la 'novedad' que Jesús trae consigo" (Idem.).

Jesús hace el milagro de mostrarnos el amor, de mostrarlo literalmente ante muchas personas. Jesús da a conocer que su vino, el amor que él muestra, el amor que busca acabar con el egoísmo, el nuevo vino que el maestresala probó sin haber visto el milagro de la conversión y aún así pudo afirmar que: "todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora." (Juan 2: 10)

Ahí está el detalle: Dios nos da a conocer que tenemos la capacidad de develarles a todos, de acuerdo a nuestras propias cualidades, el milagro de convertir el agua en vino, la purificación en el amor, tenemos la capacidad de evangelizar de acuerdo al precepto del amor, y cualquier cosa que vaya en contra de entender a los demás deja de ser la palabra de Dios. Odiar no es la palabra de Dios, matar en nombre de la Iglesia no es la palabra de Dios, Evangelizar utilizando el lenguaje del odio no es evangelizar en la palabra de Dios, porque Dios es amor.

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