Podría pensarse que lo que pasa entre el ejército mexicano y los machos, machos, machos narcotraficantes es una película muy gastada y cuyo final ya todos sabemos: por arriba, en la superficie, por encimita pues, ambos bandos se dan hasta con lo que no pueden; pero abajo, en lo obscurito, tras bambalinas, son uno mismo. Esto no me consta, ni digo que sea cierto. Hay muchos corruptos por todos lados, eso es cierto, pero hay muchos que sólo están ahí mandados, cumpliendo su deber y que tal vez tengan un poquito de ganas de lograr que el mundo mexicano sea un buen lugar para vivir. Eso tampoco me consta, pero como reza un viejo adagio, "hay de todo en la viña del señor (incluyendo sendos campos de marijuana, ¡cómo no!)".
Lo que sí está para decir, "ay no ma...", es que ahora resulta que entre las filas de los narcos hay honor, hay pasión, hay personas que podrían ser catalogadas como verdaderos héroes, a pesar de que están defendiendo su estilo de vida. Es verdad, no todo es culpa de los narcos. Usted dirá, "cómo se te ocurre decir eso". Los narcos "envenenan" a nuestros hijos, nuestros hermanos, hermanas, padres, madres, abuelos, abuelas, tíos, perros, pericos, a pseudópodos con pezuñas y garrapatas chupándoles los cesos (el cerebro, no vayan a confundirse de lado). Los narcos son los malos. Eso es verdad. Pero también que no manchen aquellas personas que los consumen. Para que se muera una vaca hay que mataral entre dos, o por lo menos eso nos deja ver otro viejo y conocido adagio "tanto peca el mata la vaca, como el que le agarra la pata (y otras cosas si el que agarra es un campesino jarioso y calenturiento, o ¿a caso no hay de todo en la viña del señor?)".
Si ustedes, señores, señoras, compas y mantas, no compraran que el cigarrito de mota, que la piedra, que la heroína, que esto que aquello, quesque para disfrutar el momento, para evadirse, para ponerse high, para estar en onda, o para lo que su rechin... quiera, entonces no habría negocio y los narcos intentarían vender paletas de hielo o papitas enchiladas, que según hicimos la cuenta, les deja una cuantiosa suma de 15000 pesos al mes (o un poco más) por sólo estar paraditos allá afuera de las escuelas, esperando que unos niños (y chamacas con hoyos en los estómagos) los hagán más y más ricos, y aquí me acuerdo del episodio de los Simpson, cuando Marge le dice al tipo de los hot dogs en un funeral "¿usted no puede dejar de seguir a mi marido a todos lados?", y el señor le contesta "Señora, su marido está pagando la universidad de mis hijos". Y uno se pone a pensar, ¿para qué llevarlos a la Universidad gringa? ¿Para que los mate un coreano que pertenece a una nueva puesta en escena del gobierno del siempre atento y pacificador Bush (cfr. mi comentario sobre 300 en este mismo blog)? No, mejor paso.
Pero retomando los asuntos del narco. Ahora resulta que el ejército ya se enchiló porque los del narco se los embozcaron y ¡rájale! que les chingan a unos cuantos pelones. ¡Vale madres! Habrán dicho los jefes del ejército. Ahora sí nos los chingamos. Y vámonos, que se lanzan para Apatzingán y ahí se encuentran a una cuadrilla de narcos y ¡changos! que se los iban a chingar, previo a haberles avisado que si no soltaban sus armas iban a lanzar toda la artillería de piedras pomez y verduras podridas que habían recogido (nada que ver con la viejita de Zongolica, q.e.p.d.) en el pueblo, y que si no les pelaba el cicirisco (jo jo jo) entonces comenzarían a escupir y lanzar blasfemias contra sus mamacitas santas, con todo y que en un par de días sería el día de la progenitora.
Los otros muy ufanos sacaron sus AK-47 y sus bombas atómicas, y sus reactores de turbogel automatizado con hidrocarburo de pentosteno capaz de volar a Iraq con todo y sus 300 libertadores de un madrazo, y también sacaron un par de curitas por si les llegaba una que otra piedra del ejército mexicano. Y entonces madres, que se dan de madrazos, y ya que los del ejército les partieron su madre, entonces pasaron a inspeccionar qué habían dejado con vida.
Cuando entraron se dieron cuenta de que en la línea de fuego estaba Alejandra, una chava narcotraficante que se había pueseto al tú por el tú con los soldados. Lo que me parece estúpido es que ahora los medios empiezan a tomar este hecho, (que sea una mujer la que esté al mando de los narcos) como algo digno de alabanza. Me parece el colmo del feminismo: lo hace un hombre, entonces es terrible, pero si vemos a una mujer, a pesar de que esté haciendo estupideces de un hombre, entonces hay que alabarlo, finalmente hay una mujer que nos muestra que las mujeres sí pueden (claro que pueden, basta de recordarlo, sí pueden) y no sólo eso, el toque femenino regala un rasgo romántico a la causa.
"Pero igual que ella, sus cómplices nunca se rindieron. Sabían que no tenían escapatoria. Así que corrieron, dispararon y cuando el Ejército lanzó su artillería pesada, fueron alcanzados. Sus cuerpos, según las fotografías tomadas, estuvieron a punto de carbonizarse, pero quedaron con las armas entre las manos el Ejército lanzó su artillería pesada, fueron alcanzados. Sus cuerpos, según las fotografías tomadas, estuvieron a punto de carbonizarse, pero quedaron con las armas entre las manos". Ahora resulta que la mujer esta, la tal Alejandra, es la nueva cara de Leonidas, y sus secuaces son los 300. ¿Ya estuvo de estupidez no? De veras que entre narcos, gobierno, medios y gente, estamos como para que nuestras madrecitas lloren todo el día de mañana...
La foto la tomé de aquí.